Y al fin, Bogota

Nunca había visto yo una gente mas fiestera que esos colombianos. Porque a los venezolanos nos gusta el bonche, pero como que hay cierto pudorcito, no? Pero acá, desde el aeropuerto de Medellin, y como era Halloween, casi todos los counters de las lineas aéreas y su personal, muchísimas azafatas y hasta gente de aduanas, andaban con sus disfraces, unos un poco mas discretos, pero abundantes Catrinas y Draculas. Y después de llegar al Hotel Blue Suites y salir a almorzar, no podía creer que el Parque de la 93 estuviera hasta el tope de adultos disfrazados.  Fueron a trabajar con su disfraz!! y en la noche??? La berraquera!!!! el desfile de la gente por las calles, todos disfrazados, la música, los grupos de autos y motos, de todo, y hasta en comparsa!. Yo sinceramente creo que Bogota es la mejor ciudad para disfrutar la noche de Halloween como adulto, haberlo sabido….
El hotel tiene buena atención y excelente ubicación, cerca del parque y todos sus restaurantes. Teníamos una reservación para una habitación matrimonial pero la cama era demasiado pequeña y aunque era cómoda, dormimos fatal. Esa habitación también era muy chica y nos tropezamos con las maletas todo el tiempo. Al día siguiente solicitamos un cambio por una de mayor tamaño y comodidad, y el Sr. Alex nos cambio personalmente a otra mucho mas grande y cómoda que disfrutamos muchísimo. El desayuno esta incluido y se sirve en un área muy bonita y tranquila. Ademas de lo usual hay algunos platos tradicionales como caldos, arepas, empanadas, etc Si pides huevos te los hacen a tu gusto y con mucha amabilidad. Siempre un buen cafe.

Nos fuimos caminando hasta el Parque para almorzar y entramos en El Corral Gourmet, donde comimos, creo que en mas de 4 ocasiones las mas ricas hamburguesas que he probado. Super originales y variadisimas, lo difícil es decidirse.

Esa noche cenamos en Pesquera Jaramillo y compartimos un Pulpo a la gallega, que mas parecia rebanadas de pota sin mucha gracia y luego yo pedí unos langostinos cubiertos con coco que estaban bastante buenos y un bacalao a la vizcaína que se arrimaba mas al lado de los malos platos. Una verdadera desilusión, que lastima!

Al siguiente día nos reuniríamos con la familia  fuimos a ponernos al día en Usaquen, que me recordó un poco a El Hatillo, al restaurante Beirut donde pedimos miles de platillos, pan, cremas, kibbe, cordero, ensalada, tabaquitos y cerveza muy fría! De allí, a la casa a seguir y darse cuenta de que lindo es retomar una conversación donde se dejo hace muchos años y disfrutar del cariño mutuo.

Nos encaminamos a Zipaquira a visitar la Catedral de la Mina de Sal. Tomamos un autobús regular como cualquier cristiano, pues no tuvimos tiempo de reservar en el Turistico Tren de la Sabana. Al final llegamos mucho mas rápido y nos ahorramos un montón de pesos. Ahí, en Zipaquira hay una mina de sal ultra profunda y allí, se va bajando y admirando las estaciones del Via Crucis talladas en sal, y se sigue bajando hasta llegar a la Catedral con sus inmensas naves y sus cruces. Es imponente y precioso. Como era un día domingo, estaban celebrando misa pues hay hasta bancos de madera. Es bueno ir mas temprano en la mañana de lo que fuimos nosotros, quizás llegar tipo 9 y estar pendientes del sol pues hay que hacer una cola bastante grande para adquirir los boletos, que por cierto ofrecen en varios combos, con tren de regreso al pueblo, visita al museo de la mina, etc. Para llegar a las instalaciones hay que subir a pie un camino bastante largo y yo me canse muchísimo. Así, que quizás es bueno tomar el trencito abajo, o un bus o taxi, o algo!
Nuestro tren nos paseo por el pueblo ensenandonos toda la parte histórica y nos dejo frente a un restaurante de comida a la parrilla que sirve unos platos enormes! Probamos ajiaco, mamona que es ternera, cerdo, morcillas, chorizo, mi amada yuca con mojo, arepas dulzonas, queso, mojo. Un poco tosco porque lo ponen todo apilado en un solo plato pero rico igual. Obvio que no pudimos terminarnos todo…
Otro día nos fuimos rumbo a Guasca, muy cerca de Bogota, tranquilamente y conversando. Mucho verde, un lago, montañas, una vista incomparable de la ciudad, clima fresco de la sabana y seguimos camino. En un momento nos encontramos con un grupo de soldados o guardias que nos saludaron con el pulgar hacia arriba. Para mi desmayo, y posterior alivio, lo que nos decían era que la vía estaba segura y se podía continuar. Entre tanta belleza natural es fácil olvidar los peligros de secuestros que azotaban a esta zona hasta no hace nada…

Llegamos a la Estancia San Antonio, una hermosa finca de verdes y suaves colinas, llena de flores, ganado finísimo, caballos, etc. Por todas partes se nota la mano de sus dueños, pues abundan los detalles, una carreta decorada, un farol especial, un banquillo para descansar,  una hermosa cascada frente al Restaurante Aponwao, hasta los  baños  públicos están repletos de cariñitos. Hay un hotel, el restaurante, un spa, caminerias, siembras hidroponicas de vegetales, flores  brillantes. Pronto pesca de truchas, paseos a caballo y cuanto sea necesario para pasar un lindo día o alojarse y desconectarse un poco. Puedo imaginarme que pasar una noche entre tanta naturaleza en comfort es espléndido. Nos sentamos unos minutos en el restaurante y los dueños, todos familia venezolana, se acercaron y nos contaron del lugar y sus inicios y nos obsequiaron con perfectos tequenos venezolanos y un ceviche con su leche de tigre bien logrado. También hacen quesos venezolanos y los envían a Bogota por encargo. Casi muero al saber que al siguiente día iban a “cortar” leche para la nueva tanda…Mi prima y yo decidimos en un futuro cercano quedarnos allí por una noche y disfrutar el spa, el paisaje, la comida, la estufa, todo!!!

Después de esto emprendimos el retorno a casita y paramos a almorzar en La petite Alsace, en el mismo paisaje de sabana  y en una cabaña fabricada enteramente de madera y súper acogedora pedimos sopa de cebolla, no la tradicional version francesa de consome con el pan tostado y gratinado sino mas bien una sopa espesita y full pimienta, luego variados platos de carnes curadas con chucrut y papas y  Codito de cerdo ahumado, especialidad de la casa. Tambien compramos un par de quesos de cabra madurados (finos animales que nos espían desde un lindo establo a la entrada del restaurante) que probamos de vuelta a casa con un pan canilla riquisimo y un par de botellas de vno tinto.  Finalmente, una de las noches nos acercamos a Kokorico, cerquita del hotel y pedimos para llevar pollo a las brasas con yuca frita y salsitas, a muy buen precio, bien rico y con guantes plásticos para no ensuciarnos las manos.

Bogota esta muy bien, al menos desde el punto de vista del turista, mas linda y grande de lo que recordaba, y con la posibilidad de ir a  Usaquen, Zipaquira y Guasca a un tiro de piedra de la ciudad, ademas de las docenas de hermosos locales donde tomarse un cafe o un trago en cualquier momento, parece una ciudad súper vivible y amena. Los centros comerciales de la zona, grandes y lujosos,  tienen tiendas de todo tipo y a su alrededor muchos locales resto-bar. La cantidad de gente en la calle, paseando y disfrutando al igual que nosotros, era increíble. Nuestros primos se encargaron, no solo de que disfrutáramos de nuevo el estar rodeados de familia, de familia extendida pues ahora sabemos de montones de primos segundos que emocionantemente nos piden la bendición y nos llaman tíos, sino de sus hijos, parejas, estudios, logros, sueños…Se me apreta el corazón de pensar en no poder disfrutar de esto cada día, físicamente, pero a la vez,  agradezco la maravilla de estar todos muchísimo mas cercanos  y conectados y saber de cada uno de nosotros a diario ahora que tenemos un grupo llamado acertadamente “primos”. Nos reímos a carcajadas, con los emoticones apropiados, mandamos nuestras energías, fotos de nuestros hijos, mascotas,casas, cenas, compartimos recetas, consejos, chistes, y puedo decir que he conversado mas con mis primos en estos últimos meses de lo que hice en varios años.

Bueno, una cosa por otra…