Semana Santa/Semana de Turismo/Road Trip

Durante toda mi niñez, la Semana Santa comenzaba como unas pequeñas vacaciones,(que los profesores se esmeraban en arruinar poniéndonos exámenes para el lunes siguientes) en las que se exigía cierto recogimiento y actitud pía. Se esperaba de tí que te confesaras y comulgaras (al menos una vez al año, por Dios!!!), fueras a procesiones (que me encantaban porque eran paseos nocturnos, cantados y con velitas en las manos), que comieras poquito, por aquello del ayuno, que estuvieras pendiente de cualquier oportunidad para sacrificarte (no me voy a comer el cri-cri completo, solamente dos, bueno, cuatro cuadritos) y lo mas pintoresco del asunto era no bañarte el viernes santo, lo cual si estabas en la playa, y eras un niñito era un verdadero suplicio, por el calor y porque nadie quería terminar convirtiéndose en pescado en castigo por haber sucumbido a la temperatura calcinante o al llamado de las olas. No comer sino pescado, el miércoles y el viernes, lo cual igualmente era tremendo, pues te quedabas con la única opción de un huevo frito o alguna pastica. Claro, después creces y te deleitas con un exquisito bacalao a la vasca, o sardinitas fritas y crocantes, una paella, etc, lo que desmerece ciertamente la función de sacrificio. Lo que adoraba ciertamente era escuchar el Popule Meus, pieza perfecta, y respirar incienso o mirra o cualquiera de esas cosas que quemaban profusamente en las iglesias. Las lágrimas corrían por mi cara y deseaba morir en ese mismo instante perfecto.
Habían otros detalles, como el recorrer no sé cuantas iglesias, no sé cual día ni su propósito, la diversión del Domingo de Ramos y la pelea por agarrar una ramita de Palma Bendita y luego tratar de hacer crucecitas con ellas que invariablemente terminaban o llenas de polvo detrás de una puerta o deshaciéndose en la gaveta de la ropa íntima (mal sitio por cierto…), la variedad de peliculas de la Pasión de Cristo o de vida de santos. Hasta dicen que en épocas anteriores a mi, (y diría mi hijo que eso es imposible) en el radio solo ponían música clásica o religiosa, las personas que se desmayaban el Domingo de Resurrección, porque estaban en ayunas para comulgar y la lectura del evangelio se hacía interminable pues era toda la historia de la Pasión hasta la Resurrección y que a veces hacían entre varios de los feligreses mas allegados del cura, a manera de obra de teatro. También el decir, y esta vez con propiedad Felices Pascuas, por que ésta sí es la Pascua, sabes?, Bueno, para que te enteres!
Pero acá abajo ésto prácticamente no existe, y copio textualmente: En 1919, el batllismo logró recién por la ley del 23 de octubre de 1919 la secularización de los feriados religiosos: el día de los Reyes Magos, 6 de enero, se convirtió en “Día de los niños”, la Semana Santa en “Semana de Turismo”, el día de la Virgen, 8 de diciembre, en “Día de las Playas”, y el de Navidad, 25 de Diciembre, en “Fiesta de la Familia” (Barrán-Nahum, Batlle, los estancieros y el imperio británico – Tomo 4)

Así que en la semana de turismo, y teniendo Camille que estudiar muchísimo para el exámen del lunes (gracias, profesor), Tommy con un juego nuevo, y los demás en sus cosas, nos decidimos a hacer cortos viajes. Fuimos a Canelones City, también a Sierra de Minas en el Departamento de Lavallejas, famoso por los alfajores, y nos llegamos hasta la Laguna de los Cuervos, llenísimo de gente acampando y haciendo honor a la semana del turismo. Por lo menos 15 familias estaban haciendo su asadito del dia, así que el aroma era delirante. Es un sitio lindo y super natural y hay unas casitas que tammbién alquilan y que brindarían mas comodidad a mis pobres huesos que dormir en una carpa. Almorzamos en la Ciudad de Minas, frente a la Plaza principal en el restaurant Los Ombúes donde pedimos Lengua a la Vinagreta y una botella de vino de la casa. El sitio estaba lleno, al igual que el resto de los locales cercanos y todo el mundo estaba almorzando hamburguesas, pizzas, fritas…Después tomamos un pequeño paseíto por la plaza a ver los vendedores ambulantes y compramos 6 pinturas de uñas para las obras de arte que hace Camille, y unas yemitas y bolitas de dulce de leche acaramelados.

El domingo fuimos al pueblo Santiago Vasquez, esta vez con todos los muchachos, básicamente para que descansaran de tanto estudio y para almorzar al estilo campestre del Yatch Club de Uruguay. No dejarse confundir por tan imponente nombre, por favor. Mesas de plástico bajo los pinos uruguayos, patos esperando trocitos del exquisito pan casero y humo del asado le dan a este restaurante, de Ceci, un ambiente de ensueño. Las pastas son todas hechas allí, y me quedé enamorada de los Capelettis de pollo en caldo con trozos de mozarella y zapallo. Los niños pidieron tortellinis de verdura en salsa de espinacas y gnocchi rellenos de jamon y queso con pesto y con salsa carusso (especialidad uruguaya con champiñones, jamón, crema doble, queso….).

También pedimos pulpón de vacío y asado (claro) con miles de fritas. De postre brownie con helado y torta especiada de chocolate con dulce de leche. El café y el té eran por cuenta de la casa y estaba dispuesto en una mesita bajo los árboles.
Sin apuro, disfrutando del sol que cada vez calienta menos, conversando, simplemente respirando. Super uruguayo, pués!

Un paseíto por la rambla full de gente esperando la puesta del sol y disfrutando tortas fritas, a la orilla del imponente Río Santa Lucía en su encuentro con el Río de La Plata y de vuelta a casita!