Un tiempito para mí…Y sí, voy a ser egoísta!!!!!

Bueno, pues resulta que mis maravillosos hijos, hicieron una colecta para premiarme como madre ejemplar y me regalaron un vale para lo que textualmente decía: Felicidades!!! Vale por: Masaje completo, hidromasaje y paz, mucha paz. Todo ésto lo iba a disfrutar en un spa cercano a casa llamado CasaClaraPor cosas de la vida el tiempo fué pasando, como insiste en hacer, y el vale podía morir por lo que rápidamente “agendé” una cita para disfrutar de “paz, mucha paz”, y ahora, con la piel todavía caliente y sonrosada de la hora pasada sumergida en un jacuzzi con vapor de pomelos, rodeada de velas de varios tamaños y escuchando música zen, puedo decir con toda la propiedad uruguaya: “No sabés lo que es!!” Llegué a las tres de la tarde puntualmente, y Evana me recibió con un beso de bienvenida y con el ofrecimiento de un té o un jugo natural. Al entrar al estudio, comienza el relax. El ambiente es espectacular, la bañera de hidromasaje, impecable, a la derecha y debajo de una ventana a través de la cual sólo hay verdor, aún en este castigante frío. A la izquierda un sofá de cuero frente al cual una mesita de rattan me aguardaba con una copa de cristal, una jarra de jugo fresco de naranjas y una bandejita con chocolates y budines. Todo para mí solita!!! Me senté en el sofá para disfrutar de un té de mandarina, naranja y pomelo mientras la bañera se llenaba de agua caliente. A mi lado esperándome, una bata de algodón impecable y pantuflas color rosa… Luego de una breve y agradable conversación, Evana me instruyó en cambiarme a una malla o bikini y entrar a la hirviente y deliciosamente perfumada agua. Bajó un poco las luces, encendió velas, añadió leños a la hoguera, me sirvió más té, ajustó la música y me dejó sola por casi una hora. Me sentí de lujo asiático, y traté de relajarme lo más posible, pero la curiosidad siempre me ganaba, y mis párpados no dejaban de abrirse contra mi voluntad, así que cedí. Me encantaba el lugar y para mis adentros decía “Yo quiero algo así en mi casa!”, de lo acogedor que és. Me parece que las chicas lograron balancear de manera perfecta el salón, eliminando el ambiente semi clínico de muchos estudios de masajes, sin dejarlo demasiado empalagoso o hippie. Detalles por todos lados, conchitas marinas reposando en arena justo bajo la camilla de masajes, preciosa tapicería en las sillas, el escritorio pequeñito y no invasivo, la lámpara del techo blanca con flores… Delicado, elegante, impecable! Una hora de esta delicia y apareció Evana para indicarme que era hora de salirme y comenzar con mi masaje. Mis abundantes dolores, ya remojados, fueron pasto fácil y se decidieron a disolverse en las manos de ésta chica que combina diferentes técnicas de masaje aplicando en cada zona del cuerpo la que considere más conveniente. A diferencia de otros masajes, no estaba al tanto de los centímetros que debía reducir allí, o de la tonicidad que debía aumentar acá. Yo? simplemente me dejé hacer y por primera vez entendí cuando oigo que algunas personas se duermen mientras reciben su masaje. Al finalizar, sin ningún apuro, Evana me dejó mientras me cambiaba de ropa y me atacó un hambre feroz, así que me senté en el sofá que ya sentía familiar y me serví una copa, (bueno, dos…) de jugo de naranjas y un pastelito relleno de jalea de cerezas. Con tanta frecuencia nos dejamos acorralar por el usualmente repetitivo y poco estimulante día a día, que se nos olvida darnos cariño. No la cantidad de veces que desearía, pero varias veces al día doy besos, bendiciones, busco café, agua o chocolate caliente, acaricio cabezas, rasco espaldas, preparo comiditas especiales, y cuando me meto a bañar simplemente es una carrera, porque tengo otra cosa que hacer, o dejé algo en la cocina, o tengo que llevar o buscar a alguien o algo, y de casualidad me da tiempo de asearme apropiadamente y deslizar al mejor estilo daredevil una afeitadora por mis piernas. Los pies, cuando es verano o una fiesta de vestir sandalias, el tinte cuando el polvito de luna de acumula en mis sienes, y así van pasando los dias y la voz de Evana me habla desde su estudio: “Tranquilita, poco a poco, no hay apuro” y entonces entiendo que no puedo seguir propulsada por un cohete porque al final cuando se sacan cuentas, el polvo que limpié se volvió a acumular, la factura que no podía olvidar volvió a llegar, la cama la volví a tender y el día de hoy tiene una semejanza asombrosa al de ayer. Y bueno, así es y punto, hasta es cómodo. Tampoco quiero vivir de sorpresa en sorpresa, de hecho, ODIO las sorpresas, pero sí me voy a dar más cariño, y por eso ayer también fuí a una sesión VIP donde me electrocutaron la piel de la cara, me la calentaron, me la enfriaron, la iluminaron con una luz azul, la rociaron con brumas que olían delicadamente y cuando salí de allí también me sentí mejor, me parecía un poco más a mí, porque desde hace un tiempo a ésta parte, la mujer que me mira desde el espejo de mi baño o me sorprende desde uno ajeno, tiene una mirada de preocupación y de enojo que no siento mío. Así, querida Yo, que a partir de estos 52 años, me voy a dar más cariñitos, merecidos o nó, aunque afortunadamente mis hijos pensaron que sí lo eran y me dieron ese espléndido regalo de abrirme los ojos. Gracias, mis queridos!! Estaré planeando una fiesta Spa para mí y mi esposo y luego una para mí con mis hijas, con los varones ya veré, así porque me da la gana!